La particularidad de la experiencia de la llegada de la Pandemia de coronavirus a Chile, estuvo marcada por la singularidad histórica de ser precedida por una revuelta social, identificada como la mayor crisis que ha tenido el país desde el retorno a la democracia en 1990. La crisis se resolvería de manera política, en el acuerdo de plebiscitar una Nueva Constitución. La población chilena se volcó a las calles desde el 18 de octubre de 2019, sosteniendo la protesta hasta comienzos de marzo de 2020. Fueron aproximadamente 150 días de protesta sostenida. Este malestar social se agravó aún más por la violencia de los agentes del Estado enviados a enfrentar a la población, principalmente a los jóvenes que fueron los grandes protagonistas. Los chilenos volvieron a vivir con militares en las calles, toques de queda, asesinatos, denuncias de torturas, abusos sexuales como forma de represión, destrucción de la ciudad y una creciente polarización de la opinión pública.

La experiencia de estos hechos osciló entre la energía erótica del cambio -sumado al sentimiento de reunión colectiva- y la energía tanática de la represión del poder asustado por el tamaño del descontento y la cohesión de la población. De este modo, una intensidad erótica/tanática de la sociedad se despliega en Octubre de 2019 y da forma a un estallido colectivo generando una protesta permanente. Los acontecimientos suponen la inminente caída de la Constitución vigente en Chile, elaborada durante la dictadura. La obra SINDEMIA intenta dar luces acerca de esta energía, a través del análisis de la protesta y sus elementos, recurriendo a colaboradores que reúnen disciplinas, saberes y experiencias que iluminarán distintos aspectos de la misma.

SINDEMIA convoca a distintas disciplinas, saberes y experiencias a pensar el fenómeno de la protesta, de lo colectivo, de la resistencia, de la violencia y rebeldía con el objetivo de analizar:

¿QUÉ PASÓ? ¿CÓMO LO NARRAMOS? ¿CÓMO LO PROCESAMOS? ¿CÓMO LO SIMBOLIZAMOS?

Y de este modo poder afirmar: esto sí sucedió y no será borrado, pensando el ejercicio del arte como una acción anti-tachadura, en el sentido de generar conocimiento mancomunado y civil, que se tome el derecho al análisis, la denuncia y el relato.