Jean-Martin Charcot (1825-1893) para muchos es el fundador de la neurología moderna. En 1862, empieza a trabajar en La Salpêtrière donde había 5.000 mujeres consideradas dementes, además de mendigas, delincuentes, epilépticas o cuya sintomatología no tenía clasificación. Allí funda un taller fotográfico, con el que pretendía usar para la investigación de las enfermedades neurológicas, tarea que registró en su libro Iconographie Photographique de La Salpêtrière (1876-1880).

Contemporáneos de Charcot lo acusaban que, más que curar la histeria, él se encargaba de estimularla. Registros de las Lecciones de los martes muestran que a veces solicitaba la participación del público para que atestiguaran que sus hipnotizaciones no eran un truco, convirtiéndolas más en un espectáculo que una acción guiada por el rigor científico. Estas Lecciones obedecen
a un dispositivo de puesta en escena que establece a las mujeres como portadoras de una psiquis monstruosa y voluble, y se ha demostrado cómo ellas contribuyeron a la codificación de este cuerpo patológico, estableciendo una dimensión de las mujeres como sujetos poco confiables, irracionales e interdictos. De este modo, el método de observación de Charcot contribuyó también a impedir que se generara una escucha de esos testimonios, vivencias y experiencias.

El epíteto histérica, pasa a ser una manera peyorativa de nombrar a las mujeres que exageran o que derechamente actúan su dolor y experiencias traumáticas, dejando a estos reclamos -muchas veces políticos- en la zona de aquello que no merece ser considerado o incorporados en la vida social, cultural, política y económica.